La interna en el Frente de Todos escaló en los últimos días a otro nivel. Los cuestionamientos cruzados entre Alberto Fernández y Máximo Kirchner profundizaron las divisiones en el oficialismo y vaticinan una campaña electoral cargada de tensión.
Es que mientras desde La Cámpora fogonean el operativo clamor para que cada vez más intendentes, gobernadores y dirigentes pidan públicamente por la candidatura de Cristina Kirchner, el albertismo se niega -por ahora- a ceder ante los embates del kirchnerismo que exigen la suspensión de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y dirigentes como Aníbal Fernández piden públicamente que los K dejen competir al actual mandatario.
La estrategia de pedir por la candidatura de Cristina Kirchner responde a la necesidad del kirchnerismo de mostrar poder de fuego en momentos en los que Alberto Fernández parece dispuesto a dar ciertas peleas en el Gobierno. “No quiero empezar con el cristinómetro”, enfatizó el jefe de Estado inmediatamente después de decirle a Máximo Kirchner que “cuando un compañero habla mal de otro deja de ser peronista”.
La frase de Fernández fue una respuesta directa al comentario del hijo de la Vicepresidenta y líder de La Cámpora que había señalado que el Presidente inició una aventura personal cuando llegó a la Casa Rosada.