Después de una audiencia judicial escandalosa, con interrupciones y chicanas de ambas partes y reproches a los jueces, Leila Gianni y Juan Grabois se cruzaron afuera de la sala, en un pasillo del edificio de los tribunales de Comodoro Py 2002. Al grito de “chorro”, “cuca” y “chancho”, el episodio casi termina con violencia física. Mientras que Grabois avanzó sobre Ariel Romano, abogado del ministerio de Capital Humano, Gianni, luego de retirarse, volvió y quiso empujar a Grabois.
“Dejá de usar el nombre de Dios en vano”, dijo Gianni ni bien cruzó la puerta de la sala de audiencias. Grabois le contestó recordándole su zigzagueante pasado político: “Estuviste con Alberto [Fernández], [Mauricio] Macri, Cristina [Kirchner]. La ladrona sos vos y como abogada, sos berreta”. Y siguió: “Tenés un pingüino tatuado y un león en la remera. Cuca ladrona”. La remera de Gianni, en efecto, era negra y tenía estampado en blanco el dibujo de un león.
Grabois, por su parte, apuntó contra la gestión de Pettovello y, con una presentación con láminas grandes, buscó evidenciar lo que a su entender es un camino de contradicciones en el discurso oficial sobre los alimentos en los depósitos. Durante su exposición, apuntó contra Gianni y fue interrumpido numerosas veces por la parte apelante.
El tribunal intentó poner orden dando indicaciones a ambas partes. Grabois increpó los magistrados. Al cruzarse con Gianni, que estaba detrás suyo, el Irurzun dijo: “Grabois, le pido un favor...”. “¡No! Yo le pido un favor primero. ¿Vale interrumpir al otro?”, lanzó. Al no recibir una respuesta a su entender satisfactoria por parte de Irurzun, se dirigió a Farah, y luego a Boico con la misma pregunta.
Los jueces también le solicitaron a Gianni que se abstuviera de hacer comentarios y amenazaron con dar por terminada la audiencia.