Tras lo que fue la operación contra el narcotráfico más grande de la historia de Río de Janeiro, en la que murieron 64 personas, los vecinos de la favela Penha trasladaron durante la madrugada los cadáveres a una plaza con el objetivo de identificarlos.
De acuerdo a informes citados por el medio brasilero O Globo, los cuerpos fueron extraídos de la zona de Vacaria, en la Serra da Misericórdia, donde se registraron los enfrentamientos más violentos entre la Policía y los narcotraficantes.
Los vecinos llevaron los muertos a plaza São Lucas, en la avenida José Rucas, centro de esa favela ubicada en la zona norte de Río de Janeiro. Imágenes impactantes muestran a decenas de cuerpos con bolsas por encima; el mismo medio brasilero indicó que los vecinos pudieron recuperar hasta el momento 40 cadáveres.
La gente se concentró en ese lugar en un profundo silencio. Algunas personas levantaron los plásticos y la tela que cubren los cuerpos para identificar a sus familiares o amigos.
Los vecinos afirmaron que todavía hay cadáveres en la cina de la colina, algo que aumenta la preocupación de la comunidad por la magnitud del operativo.
Por su parte, el secretario de la Policía Militar, Marcelo de Menezes Nogueira, dijo en diálogo con G1 que investigará la situación de los cuerpos trasladados por los habitantes de la favela.
Río de Janeiro vivió ayer una jornada de violencia extrema, en lo que las autoridades definieron como la mayor operación policial contra el narcotráfico registrada en el estado. Desde la madrugada del martes, más de 2.500 agentes de la policía militar, civil y de unidades especiales irrumpieron en los complejos de favelas del Alemão y de la Penha, en la zona norte de la ciudad, con el objetivo de desarticular el poder del Comando Vermelho, una de las facciones criminales más poderosas de Brasil.
El resultado fue un escenario de guerra urbana. Al menos 64 personas murieron —entre ellas cuatro policías— y otras decenas resultaron heridas. Se detuvo a 81 sospechosos y se incautaron 93 fusiles, cientos de armas cortas, drones armados, y más de media tonelada de drogas. Calles bloqueadas, incendios de vehículos y barricadas improvisadas marcaron el pulso de una ciudad sitiada por la violencia.
Durante gran parte del día, el ruido de los helicópteros, las sirenas y los disparos fue constante. Los enfrentamientos se extendieron a distintos puntos de la zona norte, donde las bandas levantaron barricadas con ómnibus y autos incendiados para impedir el avance de las fuerzas de seguridad. Escuelas y comercios cerraron sus puertas, el transporte público fue suspendido y miles de familias quedaron atrapadas en sus casas, sin poder salir por el riesgo de balas perdidas.
El gobernador Claudio Castro aseguró que el operativo buscó “recuperar el control de territorios dominados por el crimen” y afirmó que Río “está en guerra contra los narcos”. La magnitud del despliegue policial y la cifra de muertos superaron cualquier antecedente reciente en la lucha contra las organizaciones criminales que operan en las favelas cariocas.
El operativo se desarrolló en vísperas de varios eventos internacionales que tendrán a Río como sede, entre ellos la cumbre ambiental C40 y la entrega del premio Earthshot, lo que reforzó la decisión política de mostrar una ciudad bajo control. Sin embargo, la violencia desatada dejó una sensación de caos y miedo en los barrios populares, donde los vecinos denunciaron abusos, allanamientos y tiroteos indiscriminados.
En medio de la conmoción, organismos sociales y defensores de derechos humanos reclamaron una investigación sobre las muertes y advirtieron sobre el carácter militarizado de las operaciones, que desde hace años se concentran en las favelas sin resolver las causas estructurales del narcotráfico y la exclusión social.
El saldo del martes no solo refleja la potencia de fuego de las bandas criminales sino también los límites de una estrategia que apuesta al enfrentamiento directo. Mientras las autoridades celebran la incautación récord de armas y drogas, los habitantes de las comunidades viven el costo humano de una “guerra” que parece no tener fin.
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El mayor ataque de la historia contra los narcos en Río: vecinos de las favelas llevan cadáveres a una plaza para identificarlos
Río amaneció hoy bajo una tensa calma, con refuerzos policiales todavía desplegados y una población marcada por el miedo. Los analistas advierten que el conflicto podría desplazarse hacia otras zonas de la ciudad o del estado, mientras los grupos criminales buscan reorganizarse tras el golpe. En los próximos días se espera que las autoridades informen los resultados definitivos del operativo, en medio de la discusión sobre la efectividad —y el costo— de esta nueva ofensiva.








