En medio de la tormenta política por denuncias de corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), vuelve a tomar fuerza un episodio del pasado reciente que incomoda al oficialismo: el viaje de la diputada libertaria Emilia Orozco a Dubái junto a funcionarios del organismo. El destino debía ser Tel Aviv, pero ante el estallido del conflicto bélico en la región, el grupo decidió quedarse varios días en el emirato de lujo, sin cumplir con los objetivos del viaje oficial.
La comitiva estaba integrada por Orozco, la legisladora porteña Lucía Montenegro, la subdirectora de ANDIS Romina Núñez, y al menos siete funcionarios más. Si bien el viaje estaba previsto para participar de un encuentro internacional sobre discapacidad, finalmente solo se concretó la escala en Dubái, donde los funcionarios permanecieron entre el 13 y el 16 de junio de 2025, según surge de sus propias publicaciones en redes sociales. El presupuesto provino íntegramente de la agencia nacional.
Las imágenes del grupo frente al Burj Khalifa y paseando por los lugares más exclusivos de la ciudad generaron críticas en su momento, pero hoy cobran nueva relevancia. El escándalo actual por presuntas coimas dentro de ANDIS, junto con denuncias de espionaje y enfrentamientos internos, reactiva el debate sobre el uso de fondos públicos y la falta de sensibilidad frente a los derechos de las personas con discapacidad.
La situación resulta aún más incómoda para el Gobierno si se tiene en cuenta el rol central de Orozco dentro del oficialismo libertario, especialmente en Salta. Además, la diputada nunca dio explicaciones claras sobre su participación en la misión fallida ni sobre los gastos cubiertos por ANDIS. En su momento, solo publicó que “no se pudo llegar a Tel Aviv” y que regresó “cuando fue posible”.
Con una marcha de organizaciones de discapacidad prevista para esta semana y una crisis interna cada vez más expuesta, la presencia de Orozco en aquella comitiva reaparece como una mancha difícil de borrar. En tiempos de ajuste, discursos de austeridad y recortes presupuestarios, las postales de Dubái vuelven para recordarle al oficialismo que el pasado también pesa.