El Gobierno Nacional decidió suspender el desfile militar del 9 de julio, una tradición que había sido restaurada el año anterior. Esta medida responde a la necesidad de reducir gastos y mantener el superávit fiscal, evitando así un desembolso cercano a los mil millones de pesos que implicaría el despliegue de casi diez mil efectivos. La decisión marca un contraste con la gestión anterior, que había retomado esta celebración como un gesto de reivindicación de las Fuerzas Armadas.
El exhibición militar del año pasado, realizado en la avenida Del Libertador, contó con la participación de más de seis mil efectivos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea Argentina, además de aviones militares y vehículos de combate. También se incluyó una columna de excombatientes de la guerra de Malvinas. Un momento destacado fue cuando el presidente Javier Milei se subió a un tanque junto a la vicepresidenta Victoria Villarruel, una imagen que hoy parece improbable debido a los cambios en la política de austeridad.
La justificación del Ejecutivo
La suspensión del desfile se atribuye a los altos costos que no se alinearían con el objetivo de mantener el superávit fiscal, según fuentes de Noticias Argentinas. Aunque la gestión libertaria mostró un apoyo constante a las Fuerzas Armadas, la prioridad económica prevaleció en esta ocasión. El gasto del desfile del año pasado superó los 720 millones de pesos, lo que, actualizado por inflación, ascendería a aproximadamente mil millones de pesos este año.
Como alternativa a la celebración tradicional, se plantea un viaje a la provincia de Tucumán, sede del congreso que declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Allí, el Jefe de Estado participaría del tedeum por la fecha patria, manteniendo así una presencia institucional en un día de gran significado histórico para el país. Esta opción permitiría al Gobierno Nacional conmemorar la fecha sin incurrir en los elevados costos del desfile militar.
La decisión de suspender el desfile militar generó diversas reacciones. Algunos sectores criticaron la medida, argumentando que se trata de un recorte simbólico que afecta la moral de las Fuerzas Armadas y la celebración de un día patrio. Otros, en cambio, la vieron como una muestra de coherencia con la política de austeridad y la búsqueda del equilibrio fiscal, priorizando la estabilidad económica sobre los gastos ceremoniales.