A seis días del estallido por los audios de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), el oficialismo no logra consolidar una estrategia de crisis y las internas dentro del espacio libertario quedaron expuestas. Entre la Casa Rosada, el círculo de Santiago Caputo y los hermanos Menem, las posturas se contradicen y muestran la fragilidad del esquema de poder de Javier y Karina Milei.
De la cautela inicial al desorden discursivo
En un principio, el equipo cercano al asesor presidencial Santiago Caputo había definido que la mejor táctica era dejar actuar a la Justicia y evitar cuestionar la veracidad del material. La idea era no confrontar con los audios atribuidos a Diego Spagnuolo, titular de la ANDIS, ya que consideraban “inverosímil” negar su contenido.
Sin embargo, el ingreso de los riojanos a la escena alteró el rumbo. Desde el entorno de Martín y Eduardo “Lule” Menem se instaló la idea de que los audios eran parte de una “operación” política, incluso barajando la posibilidad de que fueran grabaciones manipuladas con inteligencia artificial.
Hasta el lunes estaba previsto que Guillermo Francos, jefe de Gabinete, fuera el encargado de unificar la voz oficial en torno al escándalo en Discapacidad. Pero la decisión se modificó y, con el aval de Karina Milei, fueron los propios Menem quienes salieron a defenderse y a su entorno sin seguir un guion común.
En la Casa Rosada, la jugada fue leída como una señal de indisciplina política. “Hacen lo que quieren”, se escuchó en despachos oficiales, donde incluso circularon versiones sobre la posible renuncia de Lule Menem.

La auditoría de ANDIS y el rol de Caputo
Más allá del retroceso en materia comunicacional, Caputo continúa manejando la parte operativa de la crisis. Desde el Gobierno dejaron trascender que el sistema de contrataciones de la ANDIS será modificado y que el organismo pasará a depender del Ministerio de Salud, que conduce Mario Lugones, amigo del consultor.
No obstante, la falta de coordinación en el mensaje político y las contradicciones públicas redujeron el margen de maniobra del asesor.
Las contradicciones se multiplicaron. Francos afirmó que no pondría las manos en el fuego por ningún funcionario, mientras que Martín Menem defendió a su tío Lule y a Karina Milei con el mensaje opuesto: “Pongo las manos en el fuego por ellos”.
El contraste no pasó inadvertido y fue interpretado como una disputa soterrada entre facciones del mismo oficialismo. En paralelo, distintas versiones apuntaron responsabilidades hacia actores tan diversos como la vicepresidenta Victoria Villarruel, la diputada Marcela Pagano o la oposición kirchnerista.

Una crisis que expone la falta de liderazgo único
El escándalo por las coimas en la ANDIS puso en evidencia la ausencia de un mando unificado dentro del Gobierno. La división entre Javier Milei, Karina Milei, los Menem y el sector de Caputo derivó en un discurso errático, con versiones que se contradicen y voceros que cambian sobre la marcha.
Por ahora, el oficialismo intenta ganar tiempo mientras la Justicia avanza en la investigación. Sin embargo, la crisis interna ya dejó al descubierto que el mayor problema del Gobierno no son solo los audios, sino la imposibilidad de articular una estrategia común frente a la opinión pública.